martes, 13 de marzo de 2012

Sumando libros organiza un concurso internacional de los Hunger Games!

Sumando libros decidió organizar este maravilloso concurso de los Juegos del Hambre, les invito a participar por los HERMOSOS Y PERFECTOS premios que ofrecen! Solo deben seguir este link y ahí les dirán qué hacer: 
http://sumando-libros.blogspot.com/2012/03/concurso-los-juegos-del-hambre.html

sábado, 27 de agosto de 2011

viernes, 22 de abril de 2011

Capítulo dos: Mejores amigos del mundo


Disclaimer: Todos y cada uno de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la trama es toda mía. No al plagio. 


Segundo Capítulo: Mejores amigos del mundo


Solamente pasaba diez minutos con el amor de su vida, y miles de horas pensando en él.~Paulo Coelho


La señora Cullen, o “Esmy” como le decían los niños, estaba resplandeciente esa mañana. Recibirían a un nuevo pequeño y estaba tan emocionada por eso. Le habían comentado que el pequeño tenía unos enormes ojos verdes y no podía esperar para conocerlo. Ella era la encargada de cuidar a los pequeños y este semestre el pequeño Eddie sería su protegido.
Belly perseguía a Emmy, su hermano, por toda la guardería. Ella estaba feliz y molesta a la vez ese día. Su hermano la estaba molestando con Jazzy, su amigo, pero él no entendía que a ella no le gustaba. Jazzy y ella se habían puesto como un tomate cuando Emmy les cantó una cancioncita de las que insinuaban que ellos se gustaban. Eso no era cierto. El sexto sentido de Belly le decía que a Jazzy le gustaba Allie y viceversa, pero ella no lo iba a decir como Emmy. Ella no era en nada igual a su hermano mayor. ¿Mayor? Sí, tan solo un año mayor. ¿Quién diría que sus papis le darían una gran noticia al grandulón cuando este tenía solo un año de vida? Sí, hablamos de Emmy el grandulón. Y es que tenía una contextura como la de un oso, grande y a veces asustaba.
La señora Esmy se colocó ambas manos en la cintura, gesto que indicaba que quería que los niños guardaran silencio. Ellos obedecieron y se pusieron en hilera. Eran cinco: Belly, Emmy, Rosie, Jazzy y Allie. Luego los conocerán, no se preocupen.
-Hoy conocerán a un niño nuevo, niños-. Sonrió Esmy.- Su nombre es Edward Masen, le dicen Eddie, sean amigables con él-. Los niños asintieron sonriendo como verdaderos angelitos y siguieron jugando como si nada.
Eddie llegó a la guardería con el corazón en las manos, palpitaba demasiado, y sus manitas sudaban, también demasiado. Su madre notó su nerviosismo al verlo morder su pequeño labio inferior y le dio un apretón para infundirle confianza. Eddie ni sintió el contacto de su madre, tenía la vista puesta en el cartel de colores que rezaba “La Guardería Cullen”, claro que el pequeño Eddie aún no sabía leer.
<<Caos>>, fue lo primero que pensó Elizabeth Masen al entrar a la guardería. Niños corrían por doquier y si no hubiera ya pagado, hubiera dado media vuelta ahí mismo con su bebé. Divisó a una mujer con cara en forma de corazón al fondo de la sala que miraba a los niños con gesto de dulzura. <<Debe ser la señora Cullen>>, razonó y se dirigió hacia ella ignorando los forcejeos que le hacía su pequeño. La señora Cullen enfocó la vista en Elizabeth y el pequeño Eddie y sonrió.
-Buenos días-. Empezó ella.- Usted debe ser la señora Masen, un gusto-. Se estrecharon las manos y Esmy se puso a la altura de Eddie.- Y tú debes ser el pequeño Eddie-. Le revolvió los cabellos cobrizos. El pequeño sonrió y asintió con efusividad, su nerviosismo se había marchado ya.
-Dígame Elizabeth-. Corrigió ella.- El gusto es mío, señora Cullen.
-Esme-. Corrigió Esmy.- Tú pequeño, me puedes decir Esmy-. Le guiñó un ojo.- Ves a jugar y a integrarte con tus nuevos compañeros-. El pequeño Eddie no sabía el significado de “compañeros”, pero aún así fue a donde estaban los niños. Y el nerviosismo reanudó su ritmo.
No sabía por dónde empezar ni que decir. Veía un grupo de niños, sí, pero no sabía que demonios hacer con eso. Una niña de cabellos cafés lo vio y sonrió. El dudó sobre eso ya que la niña estaba al otro lado de la sala, lejos de donde él estaba, pero aún así le correspondió la sonrisa.
No podía él dejar de sonreír. Era la niña más linda que había visto, y también la única. Se acercó y sus pequeñas manitas empezaron a sudar. No es como si su pelo café se estuviera removiendo en la brisa, o como si sus ojos chocolate lo miraran directamente, le afectara. Él sabía que no era prudente mirar fijamente y también sabía que no debería notar tantos insignificantes detalles. 
La pequeña llegó hasta él y le extendió su manita. <<Es suave>>, pensó él. Sus mejillas adquirieron un color rosáceo hermoso, y él sabía que no debería advertir eso, pero ¿y qué si lo hacía? No es como si hubiera una cárcel para niños, ¿cierto? 

Su mano entrelazó la suya y confirmó su pensamiento previo. Ella era suave. 

-¿Quieres juegar?- Dijo ella, confundiéndose en las letras, lo que provocó la risa de parte de él.- No deberías reírte de las personas, es muy grosero-. Le dijo ella claramente molesta. Apartó la manita y de giró en gesto de enfurruñamiento. Se fue caminando y cuando llegó con la otra chica de cabello puercoespín negro le susurró algo en el oído provocando que esta le mirara asesinamente. 
Y él que pensaba que esto de hacer amigos sería fácil.

Belly no entendía como aquél niño se burlaba de ella si ella solo había sido amable con él. Su amiga Allie la apoyó y le dijo que lo ignorara, y ella le hizo caso. Cambiando de tema, ella hoy se sentaría sola. No sabía el porqué quería sentarse sola, pero al fin y al cabo ella era solo una niña, no tenía que saber todos los porqués.

Llegó la hora del almuerzo y Eddie no tenía con quien sentarse. <<Al menos tengo un almuerzo>>, pensó el pequeño. Se acomodó en un rincón, ya que las mesitas estaban ocupadas. La niña de ojos cafés estaba sola, y cuatro chicos más estaban en la otra mesa. No es como si la guardería fuera pequeña, pero el resto de ella eran puros bebés y ya se habían marchado a su casa. Abrió su lonchera de Batman y sacó un sándwich de jamón.

Belly clavó su vista en el chico que había herido sus sentimientos hacía unas horas, el tal Eddie. Él le lanzaba miradas furtivas algunas veces y la pescaba mirándolo. Pero él también la miraba, no era toda su culpa. Tía Esmy, como le decía ella, se aproximó y le palmeó la cabecita.

-¿Por qué no invitas a Eddie a que almuerce contigo?- Le preguntó y ella hizo un puchero. Negó con la cabeza y se cruzó de bracitos.

-Porque se rio de mí-. Esmy rodó sus ojos. Sabía que los niños se molestaban por pequeñeces, pero no evitaba evitar sus reacciones.

-Tal vez se le escapó, no fue su culpa, ¿porqué no lo perdonas, querida?- Belly fulminó con la mirada a Esmy y un suspiro se escapó de sus labios. Asintió resignada y puso las manos en su jugo. Tía Esmy le depositó un besito en la frente para ir a donde Eddie. Intercambiaron un par de palabras y finalmente él se aproximó a donde Belly con expresión cauta. Belly rio y él frunció el ceño.

-¡No te voy a morder!- Exclamó ella y Eddie se relajó.- ¿Porqué te reíste de mí antes, Eddie?- Él dio un respingo ante la mención de su nombre. ¿Cómo ella lo sabía? Bueno, luego lo pensaría, ahora se limitaría a responder la pregunta.

-Dijiste juegar y es jugar-. Sonrió y se sentó en la silla en frente de Belly. Belly pensó que él tenía una bonita sonrisa. Entrecerró los ojos y lo examinó más a fondo. Sus ojos también eran bonitos. Eddie se pasó una mano por el pelo y Belly centró toda su atención en ese movimiento. Le gustaba cuando él hacía eso y eso que solo se lo veía hacer una vez.- ¿Cómo te llamas, niña de los ojos cafés?- Soltó él. Belly sonrió, a ella le gustaban sus ojos cafés, los había sacado de su papi Charly.

-Belly-. Dijo ella.- ¿Quieres?- Le tendió su sándwich de queso y él aceptó.- ¿Me das?- Hizo ojitos al sándwich de jamón de Eddie, lo que provocó su risa y también su deslumbramiento. Tomó su sándwich y lo partió en dos, ella hizo lo mismo con el suyo. Intercambiaron y empezaron a comer.- Seamos mejores amigos, ¿sí?
¡Guau! Sí que era fácil hacer amigos. Eddie ya iba a cumplir su sueño y casi que se le salen lágrimas de la emoción. Iba a ser el mejor amigo de la niña más linda del planeta, de Belly. Cuando llegara a la casa le contaría a su mamá que ya había hecho una mejor amiga y que eso lo tenía muy alegre.
-Sí, claro, Belly-. Ambos rieron y Belly depositó un beso en la mejilla de Eddie. Éste se sonrojó como un tomate y miró su sándwich de dos colores.- Seamos los mejores del mundo. 
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La infancia es aquella época que no se olvida. Es la época donde podemos reír cuando podemos, llorar si queremos, hacer cosas insignificantes y que nadie nos evalúe por ellas. Es la etapa en donde no somos juzgados, donde una sola palabra encanta, donde podemos ser quienes querramos ser y donde no tengamos que esconder nuestras emociones al mundo. Es donde no podemos sentir verguenza ni tener que pretender algo que no somos. La infancia es el momento para creer, soñar y amar sin temor a no ser correspondido. No es tiempo para pensar ni para tomar decisiones importantes. Es el tiempo para disfrutar y descubrir; para sonreírle a la vida, para aprender que un instante se puede congelar y para estar en paz contigo mismo. La infancia es eso, derrochar alegría hasta que el cuerpo no dé más; es brillar por lo que eres. La infancia es ese tiempo que permanecerá en la memoria y que nunca se desvanecerá.

Gracias por leer :D



lunes, 28 de marzo de 2011

Robots

Vivimos en un mundo lleno de robots. Vivimos un mundo en donde no se sabe quién controla a quién, donde las decisiones se toman por ellas mismas, sin darte la oportunidad de decidir. No se sabe quién es quién, no se sabe si lo que se ve es confiable o es una máscara. Vivimos en un mundo lleno de robots, donde todo parece más fácil aunque esté nublado en la penumbra.
Todos tenemos un nombre, que sin embargo no sirve para nada. ¿De qué sirve un nombre? Para identificarnos en un mundo en donde lo mucho es poco, donde todo el mundo va de allá para acá sin saber a dónde exactamente va. ¿Para qué sirve identificar a la gente si no tenemos claro ni quiénes somos en realidad? Si a veces somos marionetas a manos de personas que jalan las cuerdas para que hagamos algo. ¿Quién toma las decisiones entonces?
¿Por qué ignoramos las cuestiones verdaderamente importantes? Solo porque alcanzan algo más de lo que podemos llegar, porque nos dejamos vencer, porque ahora todo supone ser más fácil. Dejamos que lo más difícil se lo lleve el viento, que lo resuelvan los titiriteros, los que hacen todo por nosotros. Siempre nos preguntaremos quiénes son ellos, pero la verdad es que es cada uno. Cada uno es su propio titiritero, unos más sabios que otros, pero al fin y al cabo, todos y cada uno de nosotros somos los mismos.
Vivimos en un mundo de robots. Donde nos controlamos nosotros mismos, en donde somos un robot más y en donde no hacemos diferencia alguna. 

domingo, 27 de marzo de 2011

La Guardería Cullen capítulo uno: Noticia

Disclaimer: Todos y cada uno de los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la trama es toda mía. No al plagio. 


Primer Capítulo: Noticia


"Letting go has never been easy, but holding on can be as difficult. Yet strength is measured not by holding on, but by letting go."
~ Len Santos



Era una noche taciturna. Sí, eso era, demasiado taciturna se podría decir. El pequeño Eddie miraba por la ventana. ¿Qué por qué? Nadie sabía, pero podía ser porque mañana experimentaría algo nuevo. Sí, bueno, jamás había estado en una guardería, ¿y qué? No es que él no lo hubiese visto venir, él mismo lo planeó y le rogó a su madre que lo dejara ir ya que el pequeño no tenía amigos. Él quería un mejor amigo, oía de ellos en la tele todo el tiempo, claro que con un dinosaurio panzón morado que cantaba sobre la amistad ocupando todo el televisor, ¿quién no querría un amigo?
Elizabeth Masen había protegido demasiado a su pequeño, lo había sobreprotegido, corrijo. ¿Pero quién soy yo para juzgar la voluntad de las personas? Bien se sabía que lo había hecho con buena intención, pero eso no justificaba la tristeza que embargaba a su hijo en estos momentos.  Ella no entendía como un buen niño, tan feliz, pudiera estar triste ahora. ¿Saben? Él no estaba triste, eso era ilógico. <<Está emocionado>>, pensó ella. Pero, ¿cómo no pensar que estaba triste si veía por la ventana que se había aguantado sus berrinches? Él siempre veía por la ventana cuando estaba triste, pero nunca había estado ansioso, ni siquiera con su colección de carritos en miniatura y ni siquiera cuando su mamá se compró un Volvo para complacerlo. ¿Qué madre compraría un Volvo para complacer la petición de su pequeño?
Muchas, y cuando se dice muchas es muchas, personas creían que la señora Masen estaba loca. ¿Un primer indicio? Seguía usando su apellido de casada aunque su esposo hubiera muerto por Peste Española. ¿Y quién no se volvería loca si la Peste había desaparecido hacía unos cien años a lo sumo, y justo su esposo había tenido la mala suerte de contraerla ahora? Había muerto hacía dos años, cuando el pequeño Eddie tenía esa edad.
Eddie era un vivo retrato de su madre, aunque nada podía decir pues no había conocido nunca a su padre realmente. Eso ya no lo afectaba, se podría decir que lo había superado. El cabello cobrizo de su madre y sus ojos verdes esmeralda los había heredado, y se enorgullecía de ello. Su madre le decía que era el hombrecito más apuesto del mundo, pero él sabía que su madre aún estaba ida por la pérdida de su padre. ¿Qué si fue difícil? No se imaginan cuanto. Aún él podía oír fuertes sollozos contenidos desde su alcoba, y vaya que eso le partía su diminuto corazón en dos, aunque ella no se diera mucha cuenta.
Ahí estaba él, tan emocionado como un gato con una bola de estambre. Daba botes en su sitio, estaba muy feliz, ya quería salir de su casa donde no hacía más que sufrir a costas de su madre. Tal vez ella pensara que él era feliz, e incluso los vecinos podían pensar eso también, pero su mente le decía lo contrario. Su mente, y una pizca de intuición, le decían que estando en esa guardería todo cambiaría. Y esperaba fervientemente tener razón en eso.
Su piecito se quedó atascado entre las patas de la silla y al intentar sacarlo casi se cae, casi. Trastabilló hasta su cama y se cubrió con la manta hasta la nariz, justo en el momento en el que la puerta se abría dejando entrever una línea de luz. Su madre asomó su nariz respingada por la abertura y sonrió al ver a su pequeño en la cama, la visión se le hacía tan dulce. Ahora su pancita subía y bajaba plácidamente, se había dormido. Una línea de paz cruzaba su rostro, lo cual indicaba que se había sumergido probablemente ya en el quinto sueño. Los niños se dormían rápido, y también olvidaban rápido. <<Gracias a Dios y su mente es un colador>>, suspiró quedamente su madre contemplándolo con suma calma.
Cuando ella lo miraba, veía a su padre a la vez. Sí, el pequeño Eddie había sacado sus ojos, pero eso depende del punto de vista de donde lo veas, ¿no? Los angulosos pómulos y la nariz recta de su padre, tenía sus labios también. Había que ser bien detallista para notar que el color del cabello del pequeño Eddie era en realidad de su padre. <<El cobre y el bronce no son el mismo color>>, recordó ella. Muchas personas pensaban que sí, pero había una diferencia por más pequeña que fuera.
-Te quiero, mi pequeño Edward-. Dijo Elizabeth en voz apenas audible antes de cerrar la puerta con sumo cuidado. Bajó las escaleras y se acomodó en el sofá para alzar las manos hacia la chimenea. Estuvo tan absuelta en sus pensamientos que no escuchó unos pasitos a sus espaldas hasta que escucho su vocecita hablar.
-¿Mami?- Dijo él, restregándose los ojos con la manga de su pijama que le quedaba demasiado grande. Ella se giró y le regaló una sonrisa torcida, que le hizo sonreír también a él.- Hay una persona tocando la puerta que no me deja dormir-. Señaló él hacia la puerta. Su madre alzó la vista, efectivamente escuchando golpes en la puerta. ¿Quién sería a estas horas?
Mike Newton era el general, y por mucho que le pesara esto, tenía que hacerlo. Sabía que eran entradas horas de la noche, pero era mejor informarle a la familia Masen lo que había ocurrido. Cuando abrieron la puerta, su corazón se estrujó. La familia había sufrido mucho y él los había ayudado a sobrellevar su situación de su padre. El pequeño Edward estaba escondido detrás de las largas faldas de su madre, y ella lo miraba con los ojos bien abiertos por la sorpresa.
-Eddie, ¿por qué no te vas a la cama?- El pequeño asintió y subió por las escaleras corriendo como alma que lleva al diablo.- ¿Qué pasa, general?- Mike carraspeó y tomó aire un par de veces.
-El soldado Cooper Masen ha muerto en batalla-. Dijo él sin dudarlo ni un segundo más. Se había anticipado previamente para cualquier reacción por parte de la señora, excepto para esta. Ella asintió y cerró la puerta en sus narices, no sin antes musitar un escueto <<gracias por avisar>>. Se giró sin más y emprendió la marcha en dirección a otro lugar.
Cuando cerró la puerta, Elizabeth Masen se recostó contra ella y lloró silenciosamente. Eddie bajó un tramo de escaleras y se la quedó mirando por largos segundos que parecieron años antes de correr a refugiarse en sus brazos. Ambos sollozaban, ya que el pequeño Eddie había escuchado la noticia a escondidas.
Grandes gotas se resbalaban de los ojos del pequeño sin poder evitarlo, ahora estaba solo su madre y él. Ya no estaba su hermano para protegerlo de los monstruos que habían en su armario, y mucho menos habrían más lecciones primerizas de fútbol. Él notó cuando una parte de él lo abandonó cuando escuchó la noticia, y por una parte quedó en estado de shock. Un shock que no impedía que llorase. Sin los consejos de su hermano, tendría que ir a una nueva guardería. Completamente solo, como un forastero sin lugar a donde ir. Se sentía tan desprotegido que ni las palabras de su madre diciendo que todo estaría bien le podían consolar. 


Una de las cosas que adoro sobre esta historia es la ingenuidad con la que está impregnada, pero la ingenuidad no siempre es duradera y eso es malo. Todos nos preguntamos cómo pudimos pensar cosas tan estúpidas cuando éramos chicos, pero solo pocos dan gracias por ello. La ingenuidad nos impidió ver cosas que no podíamos soportar aún y que muchas veces no soportamos. ¿A veces es mejor estar ciego que ver la verdad? No, pero es más placentero. El sueño de cada uno de nosotros se basa en ser ingenuo, porque es lo que conserva nuestro pasado, nuestra infancia; es lo que nos impide perder la cordura, por más que sea dificil aceptarlo. Todos tenemos una parte ingenua en nuestro interior. 
Saco a relucir esto que a muchos les parecerá trágico, y lo es de hecho, pero miren el transfondo y se sentirán identificados. 
Ya dejo la preorata, solo espero que les haya gustado :)
Besos Dorados. 

Hola!

Hola a todos! Este Blog va a estar dedicado a todas mis historias aclaro: la mayoría son fics así que no me denuncien :| Obviamente los fics son sobre la saga de la maravillosa Stephenie Meyer y todo está dedicado a ella principalmente proque sin su saga jamás habría empezado a escribir. 

Algo sobre mí: Me llamo Daniela, tengo 14 años y vivo en Colombia, soy nueva en esto del blogger y eso se nota :S. 

Lo que me gusta: 
-Escribir.
-Música, por la cual vivo. 
-Robert Pattinson.
-Kristen Stewart.
-Miley Cyrus.
-Casi ángeles :)
-Paramore.
-Green Day.
-Evanescence.
-Carter Burwell!
-Leer.
-ShadowHunters 
-Twilight.

Lo que no me soportoo:
-Que hablen de Taylor Lautner :/
-Taylor Lautner :/
-Que me juzguen sin conocerme.
-Gente falsa o hipócrita.
-Gente creída.
-La profesora de francés :|
-Y las personas que creen que es chistoso acosar -.-

Espero que les guste el blog y sobre todo mis historias, ojalá y nos podamos conocer poco a poco y llegar a caerles bien (por supuesto)
Besos dorados, Golden Swan